De la Ucrania invadida por Rusia hasta Irlanda, ‘El País Semanal’ se asoma al futuro de una región zarandeada por el conflicto. “No volveremos nunca a ser lo que éramos”, apunta Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo
No hay escapatoria. Por más que nos alejemos del frente, y hasta el último día del viaje de este a oeste del continente, la guerra no deja de enviar señales. Como si se negase a soltarnos y quisiera liquidar la ilusión de una Europa en paz eterna, una Europa en la que palabras como trincheras o bomba atómica pertenecían a los libros de historia. Como si empezáramos a asomarnos a un futuro distinto: el de una posguerra permanente.
Viajábamos desde la Ucrania en guerra hasta el extremo occidental de Irlanda, y, cuando ya habíamos alcanzado el objetivo, un día a mediados de abril, desayunamos con este titular a cinco columnas en la portada del diario The Irish Times: “Un hombre de la isla de Achill muere luchando contra las fuerzas rusas en Ucrania. Finbar Cafferkey era un voluntario con experiencia de combate en Siria”.Los ecos de los combates llegan hasta los acantilados de Achill, patria chica del voluntario Cafferkey. En esta isla en la costa atlántica irlandesa viven más ovejas que humanos, y en el último pueblo antes del último kilómetro de carretera, el bar y restaurante Gielty’s se anuncia como “el más occidental de Europa”. En el aparcamiento ondea la bandera amarilla y azul de Ucrania. El frente queda a 4.000 kilómetros de distancia.
Un día estalla la guerra y nada vuelve a ser lo mismo. La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022 está modelando un nuevo continente, unos nuevos paisajes. Este viaje empieza en el oriente de Europa, donde las alarmas aéreas suenan varias veces al día y la vida continúa. Termina en la isla de Achill: el finisterre de Irlanda. Seis países y 2.800 kilómetros de un punto a otro en busca de la Europa que saldrá de esta guerra.

Comentarios
Publicar un comentario